La Corte Suprema de Justicia abrió las puertas de la Sala de los Pasos Perdidos para conmemorar los 40 años de la sentencia del Juicio a las Juntas, un aniversario que volvió a reunir a jueces, funcionarios y más de 300 invitados alrededor de uno de los hitos judiciales más trascendentes de la Argentina democrática.
En el centro del homenaje estuvieron los miembros de la Cámara Federal que protagonizaron aquel debate histórico: León Arslanian, Ricardo Gil Lavedra, Guillermo Ledesma, Jorge Valerga Aráoz y los ya fallecidos Andrés D’Alessio y Jorge Torlasco, cuyas familias recibieron las distinciones.
El presidente del Máximo Tribunal, Horacio Rosatti, cerró la ceremonia con un mensaje que buscó trazar un puente entre pasado y presente. Recordó que la experiencia argentina fue “un caso de justicia transicional ejemplar” y subrayó que “rendir cuentas con el pasado es una tarea compleja, más cuando ese pasado es reciente y tumultuoso”. En su repaso, señaló cómo durante décadas la alternancia entre gobiernos constitucionales y dictaduras había transitado “sin rendir cuentas”, alimentando “una especie de amnesia artificial que generaba impunidad”.
“El caso argentino es un caso ejemplar. Ejemplar porque no se trató de la impunidad de los vencedores. Ejemplar porque los delitos por los que se jugó a las Juntas Militares ya estaban previstos en el Código Penal. No hubo invención de tipificación de ilícitos ad hoc. Es decir, se respetó escrupulosamente la ley previa al juzgamiento. Tampoco hubo tribunales especiales”, dijo Rosatti
"Señores jueces: por haber sostenido las instituciones republicanas cuando ellas flaqueaban y estaban en riesgo; por haber sostenido los pilares de la democracia; por habernos enseñado que los jueces independientes pueden combatir al mal, incluso al mal absoluto, por caminos civilizados… Nosotros queremos decirle hoy en este ámbito: gracias eternas”, sostuvo hoy el también presidente d el Consejo de la Magistratura de la Nación.
Rosatti también destacó el impulso político del presidente Raúl Alfonsín permitió quebrar ese “círculo vicioso” y habilitar un “auténtico juicio justo”, lejos de lo que definió como “una venganza encubierta con formas relativamente civilizadas”. Lo que finalmente “coronó en una sentencia impecable”, pese a las amenazas y riesgos que rodearon al proceso. También agradeció a los camaristas homenajeados “por haber sostenido los pilares democráticos y las instituciones republicanas cuando estaban en riesgo” y anunció que el Salón de los Derechos Humanos, donde se desarrollaron las audiencias en 1985, pasará a integrar el Museo de la Corte Suprema.
"El caso argentino es un caso ejemplar. Ejemplar porque no se trató de la impunidad de los vencedores. Ejemplar porque los delitos por los que se jugó a las Juntas Militares ya estaban previstos en el Código Penal. No hubo invención de tipificación de ilícitos ad hoc. Es decir, se respetó escrupulosamente la ley previa al juzgamiento. Tampoco hubo tribunales especiales. Los tribunales que juzgaron primero el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas y después la Cámara Federal eran tribunales preestablecidos. Es decir, se respetó la garantía de juez natural. Y el procedimiento que se siguió fue un procedimiento que también estaba basado en la ley ritual. Hubo igualdad de oportunidades. El juicio fue público. Hubo control de la prueba, asistencia técnica y eso coronó en una sentencia que como aquí se ha dicho fue impecable”, afirmó.
Rosenkrantz recordó que actuaron “desafiando a los que pregonaban la impotencia del derecho” y que condenaron o absolvieron “transitando únicamente por la senda del derecho penal liberal”.
El vicepresidente del Alto Tribunal, Carlos Rosenkrantz, sumó su propia lectura sobre la trascendencia histórica de aquel juicio. Afirmó que “estos jueces pusieron al terror en su lugar, pero lo hicieron dentro de los límites y de acuerdo con lo ordenado por el derecho” y que, por eso mismo, “a 40 años del fallo la mejor manera de proyectar al futuro su actuación es renovar el compromiso central de adherir incondicionalmente a la legalidad”. Destacó además que el tribunal dio al país “una respuesta jurídicamente impecable a crímenes atroces en el contexto de un proceso que respetó todas las garantías”.
Al reivindicar la actuación de los camaristas, destacando que “lo que hicieron fue titánico”, Rosenkrantz recordó que actuaron “desafiando a los que pregonaban la impotencia del derecho” y que condenaron o absolvieron “transitando únicamente por la senda del derecho penal liberal”. Una definición que, en su lectura, aún interpela a una sociedad “que muchas veces pierde la capacidad para distinguir entre lo que es debido y lo que nos gusta”.
Lorenzetti remarcó que los homenajeados “han elevado el prestigio de la institución” y que la sentencia de 1985 “integra la memoria de los argentinos”
A su turno, el ministro Ricardo Lorenzetti remarcó que los homenajeados “han elevado el prestigio de la institución” y que la sentencia de 1985 “integra la memoria de los argentinos”. Destacó la coherencia, imparcialidad y templanza con la que resolvieron en un contexto especialmente hostil y sostuvo que “la política de memoria y justicia ya forma parte del contrato social de los argentinos”.
Arslanian, quien presidió la Cámara Federal durante el juicio, evocó el proceso como “un trabajo coral”, desde Alfonsín hasta la CONADEP y los funcionarios judiciales que sostuvieron la estructura del debate. Celebró que la sentencia “nunca dejó de recordarse” desde 1985 y expresó su esperanza de que el país se encuentre “frente a una nueva alborada”.
Gil Lavedra, por su parte, habló de una “tarea titánica” realizada sin precedentes ni estructura normativa clara, con recursos técnicos “primitivos” y en un clima político incierto. Destacó especialmente el valor de los testigos “de venir a narrar públicamente sus padecimientos cuando la democracia no estaba totalmente afirmada y los autores de los crímenes seguían en libertad”. El actual presidente del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal (CPACF) concluyó que la vigencia del juicio radica en reafirmar el rol del Poder Judicial como pilar democrático: “Hoy Argentina sigue necesitando una justicia que no tenga miedo de aplicar imparcialmente la ley”, subrayó.
El acto había comenzado con las palabras del juez Mariano Llorens, actual presidente de la Cámara Federal porteña, quien recordó que los camaristas del Juicio a las Juntas “fijaron un hito en la historia institucional del país” y ratificaron que “el respeto a la Constitución y a la ley es, frente al futuro, una determinación del pueblo argentino”.
Entre los invitados estuvieron el exministro de la Corte Juan Carlos Maqueda, magistrados de las Cámaras Federales y Nacionales, jueces de tribunales orales, funcionarios judiciales, representantes de asociaciones profesionales y familiares de los protagonistas, en una jornada que volvió a situar al Juicio a las Juntas en el corazón de la memoria judicial argentina
La ceremonia culminó con la apertura del Salón de los Derechos Humanos, donde los asistentes recorrieron una muestra con documentos del expediente y fragmentos restaurados de las más de 500 horas de grabaciones del juicio, conservadas por su valor histórico y patrimonial.