12 de Noviembre de 2024
Edición 7090 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 13/11/2024
Discurso de apertura del año judicial

"El juez que se mira a sí mismo debe dejar paso al juez que mira a la sociedad"

En el marco del acto llevado a cabo por el 150° aniversario de la Corte Suprema, su presidente, Ricardo Lorenzetti, emitió un discurso en donde hizo hincapié en la necesidad de la implementación de procesos más sencillos para las causas mas complejas. “Las tragedias colectivas se transforman en tragedias judiciales porque las normas de procedimiento son antiguas, no están pensadas para las megacausas” sostuvo.

 
En una Sala de Audiencias repleta, en dónde estuvieron políticos, miembros de todos los tribunales del país, y representantes de numerosas instituciones de la sociedad civil, se llevó a cabo el acto conmemorativo de los 150 años de la fundación de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y la apertura del año judicial.
 
Previo al discurso del Presidente del Alto Cuerpo, se proyectó un video con palabras de los demás ministros de la Corte, dónde los jueces Enrique Petrachi, Juan Carlos Maqueda, Eugenio Zaffaroni, Carmen Argibay, Elena Highton y Carlos Fayt, hicieron alusión al contexto histórico en el cual se fundó al Máximo Tribunal, su historia reciente, el rol del poder judicial en la sociedad y el paradigma que busca alcanzar la actual formación del Alto Cuerpo.
 
“Los constituyentes pensaron que debía existir un tribunal supremo, cabeza de este poder del estado, y ese tribunal es esta Corte Suprema de Justicia de la Nación. Es este mismo estatus constitucional el que hace que nosotros debamos ser respetuosos de la diversidad y la pluralidad de opiniones que se dan en los distintos estamentos internos de las justicias federal, nacional y provincial, y que no hagamos generalizaciones inapropiadas.”, con estas palabras inició su discurso Ricardo Lorenzetti.
 
A continuación, se hizo un repaso de los fallos más resonantes que dictó la Corte con su actual formación, y se señalaron también  los puntos a reforzar. “Hay dos preocupaciones centrales de la población: el acceso a Justicia y la demora en la resolución de los pleitos”, sostuvo el magistrado.
 
En tal sentido resaltó que desde la Corte se ha impulsado una política de Estado sobre el acceso a la Justicia “para que haya más mediación y menos juicios”. “Pero la justicia lenta no conforma. Por eso impulsamos una política de Estado de gestión e informatización”, sostuvo a continuación.
 
En cuanto a las cuestiones a mejorar, el Presidente del Tribunal Supremo reiteró la necesidad de que se ponga en discusión un nuevo sistema procesal para llevar adelante las investigaciones en las causas de mayor sensibilidad social, como el caso de las tragedias de Once, Cromañon o AMIA.
 
Hay un tema que nos preocupa muchísimo y sobre el cual hablamos en el discurso del año pasado. Cada uno de los argentinos tiene en su memoria y en su corazón, el nombre de una tragedia: ‘República Cromañón’, ‘Lapa’, ‘Río Tercero’, ‘Once’, ‘Amia’, ‘Embajada de Israel’, ‘Juicios de lesa humanidad’. Las tragedias colectivas se transforman en tragedias judiciales porque las normas de procedimiento son antiguas, no están pensadas para las megacausas”, resaltó el discurso.
 
Por ese motivo, instó a los demás poderes del Estado, tanto nacionales como provinciales a “discutir un régimen procesal especial para estas tragedias, para que no veamos grupos de personas reclamando Justicia año a año. Ese régimen también debe incluir a las acciones preventivas “.
 
Otro apartado del discurso estuvo relacionado con el problema de la designación de jueces, “Es necesario que todos actuemos conjuntamente: que se legisle para hacer procedimientos más sencillos, que se nombren más jueces y que los jueces, empleados y funcionarios hagan un esfuerzo para que los que padecen injusticias no sufran demoras injustificadas”.
 
Por otra parte, ponderó cual debe ser el nuevo horizonte al que deben apuntar los miembros de todos los tribunales del país. Lorenzetti enfatizó que “el juez pasivo debe dar paso al juez activo”, y que “no es buen juez quien quiere imponer sus propias convicciones o las de un sector a todos los demás, porque esa decisión no dura en el tiempo”. 
 
En ese orden de ideas, el discurso concluyó afirmando que el rol institucional que tiene la Corte no no es “dejar un registro para las crónicas policiales de peleas entre vecinos”, según Lorenzetti , la misión del Máximo Tribunal es “dejar un registro para la historia”. Por eso recalcó que es menester concentrarse “en los grandes temas del país, que preocupan a nuestro pueblo y preocuparán a las futuras generaciones”.
 
“No nos detengamos en cuestiones menores, tengamos ideales, construyamos un gran modelo constitucional propio, con nuestra identidad, con defensa de los derechos humanos, del ambiente, de manera que podamos dejar un futuro de realizaciones para que los jóvenes se sientan orgullosos de esta generación”, fueron las palabras finales del discurso.


Una imagen que vale más que mil palabras
 
La tensión política se percibía al entrar al salón donde se desarrolló el acto. En el pasillo de ingreso una hilera de una docena de robustos integrantes de la guardia de infantería de la Policía Federal, con cascos, escudos, bastones y gas pimienta en los cinturones, era la primera imagen que veían los visitantes. ¿Cuál era la hipótesis de conflicto? ¿Reclamo de justiciables con sed de Justicia (Cromagnon, Once, Amia)? ¿Las amenazas de Hebe de Bonafini, que en ese momento estaba declarando ante Oyarbide en Comodoro Py? ¿Algún escrache político de La Cámpora o de Quebracho? No se sabe. Lo cierto es que todo se desarrolló en un clima de cuidada armonía, con palabras medidas y escrupulosamente pensadas. 
 
Quizás el único detalle que empañó la ceremonia de apertura, estuvo dado por cierta impericia del personal de recepción, que a poco de comenzar el acto con toda la platea ocupada por los magistrados de distintas instancias y fueros no tuvo mejor idea que sugerir a algunos jueces que se levantaran para sentar a otros y dejarlos de pie. Este simple acto reflejo de una estructura judicial que impone la jerarquía de los galones para asignar la última silla (pegada al sector de la prensa) de un salón repleto,  parece ser  una de las deudas no saldadas de la Corte. Un detalle de color, pero que refleja parte del fastidio de otros jueces que desde la Biblioteca Nacional piden la abolición del sistema de castas.  
 


dju
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