17 de May de 2024
Edición 6968 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 20/05/2024

Jorge G. Rizzo

Acerca de la noticia Chabán se negó a declarar. Los hechos lamentables ocurridos en República de Cramagnon, me llevaron a hacer una editorial llamada "vergüenza ajena". Hoy haciendo un análisis introspectivo, no solo cómo abogado, sino desde posiciones más importantes, es decir, como persona, como pensante, padre y como miembro de un grupo familiar, me obligan moralmente a hacer este alegato llamado "vergüenza propia" Las preguntas que me hago para inciar el mismo son ¿cuáles son las responsabilidades que nos competen a los padres? y ¿qué podemos hacer para aportar nuestro granito de arena? Hace muchos varios años que, a nuestra sociedad, no le importan los viejos ni los jóvenes. Así, a los viejos los matamos con jubilaciones de hambre, los hacemos peregrinar por doquier para conseguir sus remedios, hacen colas inhumanas bajo rayos aterradores de sol para cobrar sus haberes miserables y así los torturamos, hasta que finalmente, los masacramos hacinados cuando los terminamos depositando en geriátricos que no son otra cosa que salas de espera de la muerte. Hoy, con el desastre de República de Cramagnon quedan de relieve, más allá de los disparatados desgobiernos de Kirchner e Ibarra quienes, por sus omisiones deberían ir presos, que existe una desidia social y una crisis moral en la relación padres-hijos. Estamos criando estúpidos. Cuando yo era chico –no hace tanto- mi vieja me mandaba a los 8 o 9 años a hacer las compras. A los 10 cruzaba solo la calle y a los 11 viajaba en colectivo. Hoy, por el contrario, no dejamos que un pibe vaya a hacer las compras, nos parece atroz que cruce la calle solo un chico de 10 años pero, eso si, a los 14 los entregamos a los vicios de la noche, a los que se enfrentan sin preparación alguna. Esa virginidad en el conocimiento de los peligros de la calle y, la carencia de elementos de personalidad necesarios para enfrentar situaciones hace que los riesgos de droga, violencia y demás sean cada vez mayores. Que no hay libros que enseñen como ser padres es una verdad de Perogrullo. Que los tiempos han cambiado también. Pero... ¿Qué tiene de interesante que los mercenarios de la industria bailable comiencen sus milongas pasadas las 2 de la mañana? Cuando debiera estar por terminar, apenas abren sus puertas. Consecuencia: los chicos duermen hasta la 01:00 AM, se levantan, se bañan y salen a eso de las 2:00 AM. Vuelven entre las 8:00 y las 10:00 y, a dormir otra vez. Domingo o viernes perdidos. Los padres no decimos ni pío. Si... Todo torcido. ¿Qué diferencia hay entre ir a bailar a horarios normales o a las 2:00 AM? Veamos. Si un pibe está de vuelta en su casa antes de las 3:00 AM, al día siguiente puede levantarse a las 10:00 u 11:00 de la mañana. En caso necesario puede hacerlo a las 8:00 y habrá dormido 5 horitas, las suficientes para ir a un club, un picnic, u otras actividades deportivas o de integración familiar. Los horarios de la noche argentina impiden todo ello. Sabemos que la falta de sueño provoca reacciones extrañas de la personalidad, impide que se pueda estudiar y/o trabajar al 100%; si a ello le sumamos la lamentable educación que están recibiendo nuestros jóvenes, tenemos una consecuencia de semianalfabetos, dormidos y, encima, encachilados. Sin conocimiento ni necesidad de actividad física y, con un lógico alejamiento del núcleo familiar. Estas consecuencias son las mejores, para el aprovechamiento integral de la masa por parte de los gobiernos y grupos de poder. ¿Qué más simple para dominar a un pueblo que minar la educación y las posibilidades físicas? ¿Qué mejor que el desmembramiento familiar, el consumo como único objetivo, la falta de cultura del trabajo? Este país se hizo grande cuando los viejos tanos, gallegos, turcos y judíos llegaban con ganas de laburar, con una conciencia de familia clara y precisa, con sólidas concepciones de la importancia trascendental de la familia. Así, podían convivir los abuelos, los hijos, los nietos y bisnietos en una


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