Julián Álvarez, secretario de Justicia, a su izquierda; Jorge Milton Capitanich, jefe de Gabinete, a la derecha; y más allá, el titular del Ministerio de Justicia, Julio Alak, eran los acompañantes de la presidente Cristina Fernández en el momento en el que se firmó el decreto que promulgó el nuevo Código Civil y Comercial de la nación, en un ambiente coronado por la épica que resultó para el oficialismo la sanción de este nuevo cuerpo normativo.
Fueron saludados durante el discurso de la primera mandataria los integrantes de la Corte Suprema, de la Comisión Redactora del proyecto y de la Comisión Bicameral, organizaciones de derechos humanos y, fundamentalmente y como parte de un sector que generó polémica por sus intervenciones en esta iniciativa, al Nuncio Apostólico.
Los miembros destacados del encuentro, sobre quienes se realizaron señalamientos acerca de su participación en este evento y en la confección del nuevo Código, fueron el presidente del Máximo Tribunal nacional, Ricardo Lorenzetti, y sus pares Eugenio Zaffaroni y Elena Highton de Nolasco. Además, estuvo presente la ex integrante de la Corte mendocina, Aída Kemelmajer, cuyo aporte también fue sustantivo.
Cristina destacó que pasaron dos años y cuatro meses desde que se giró el proyecto de reforma y unificación de los Códigos. Esto lo puso de manifiesto para contrarrestar las versiones que indicaban que se dio un tratamiento exprés de parte del Frente para la Victoria en la discusión parlamentaria.
En estos términos también señaló la gran cantidad de audiencias públicas que se realizaron en todo el país para discutir con jurisconsultos y gente del mundo del Derecho las propuestas y los cambios que debían ser introducidos, todo ello antes de que se llegue al debate final en la Comisión Bicameral.
En comparación con el primer Código Civil, Cristina destacó que en este caso se discutió, mientras que aquel se sancionó a libro cerrado y sin debate, agregando que el cambio más grande introducido fue a través de la ley 17.711, impulsado por el entonces ministro del Interior Guillermo Borda durante la dictadura militar de Juan Carlos Onganía.
“Aquél Código tuvo una extracción estrictamente europea (…), este código une la tradición europea con nuestras propias vivencias, nuestras propias experiencias, y a diferencia del de Vélez Sarsfield es un producto cultural auténticamente propio. (…) Es el Código de la democracia”, precisó la presidente.
“Los derechos tienen que poder ser leídos por quienes los tienen que ejercer, porque si no los pueden leer, no los pueden pedir y no pueden acceder” a ellos, señaló Cristina al referirse al lenguaje “amigable” con que cuenta el nuevo cuerpo normativo.
“Acá incorporamos a los derechos colectivos para que la sociedad pueda defender sus derechos ante sectores de fuerza de poder dominante, por eso” se contempla “la defensa al Medio Ambiente y la Defensa al Consumidor”. “Reconocemos que hay propiedades que no son privadas pero tienen valor: el cuerpo, los órganos, (…) y aquí se reconocen”.
“Hemos incorporados contratos de fideicomiso, leasing (…) y la creación de una figura que he rescatado desde el primer momento: la sociedad unipersonal. Esto significa que una persona va a poder tener una sociedad. (…) ¿Esto qué significa? Antes se producían ficciones, muchas personas creaban sociedades con socios falsos, (…) y queremos dejar de producir ficciones”.
También señaló algunas cuestiones sobre la seguridad jurídica: “El Código reestalbece al peso argentino como moneda de curso legal. (…) Durante más de 120 años construimos nuestra historia con el peso como moneda legal, y con la derogación de la ley de Convertibilidad se volvió a ese régimen”. Leyendo algunos artículos sobre la protección de depósitos, Cristina afirmó que “ahora tienen seguridad jurídica los depósitos de todos, de las personas, las empresas”, etcétera.
dju
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