17 de May de 2024
Edición 6968 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 20/05/2024

Qué lástima pero adiós...

Eugenio Raúl Zaffaroni hizo pública su renuncia como ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. A través de una carta, el magistrado señaló que deseaba acatar lo dispuesto por la Constitución y dejó en claro que en los últimos meses experimentó “la sensación de que mi tarea en este Poder está agotada, junto con la urgencia en volver a la actividad académica”.

Lo que se venía pronosticando finalmente se confirmó, Eugenio Raúl Zaffaroni presentó su renuncia como ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En una carta dirigida a la Presidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, en el día en el que se cumplen once años desde que asumió como magistrado del Máximo Tribunal, Zaffaroni dejó en claro que el motivo fundamental de su dimisión “finca en el acatamiento de lo dispuesto en el tercer párrafo del inciso 4º de ka Constitución Nacional.

La norma indica que el Presidente de la Nación “nombra los magistrados de la Corte Suprema con acuerdo del Senado por dos tercios de sus miembros presentes, en sesión pública, convocada al efecto. Nombra los demás jueces de los tribunales federales inferiores en base a una propuesta vinculante en terna del Consejo de la Magistratura, con acuerdo del Senado, en sesión pública, en la que se tendrá en cuenta la idoneidad de los candidatos”.

Y en particular, el texto constitucional exige “un nuevo nombramiento, precedido de igual acuerdo, será necesario para mantener en el cargo a cualquiera de esos magistrados, una vez que cumplan la edad de setenta y cinco años. Todos los nombramientos de magistrados cuya edad sea la indicada o mayor se harán por cinco años, y podrán ser repetidos indefinidamente, por el mismo trámite”. Zaffaroni, a diferencia de sus colegas Fayt y Peracchi, no quiso acudir a la Justicia para declarar inaplicable esa cláusula, y así continuar en su cargo “mientras dure su buena conducta”.

Pero, si bien Zaffaroni aclara que esa fue la razón fundamental para su retiro de la actividad jurisdiccional, también aclaró que “secundariamente, pesa en mi decisión la idea de que a vitalicidad de los funcionarios de la Constitución, sitien excepcional, siempre es más adecuada a los sistemas monárquicos y, por ende, menos compatible con los principios republicanos”.

“Por último, entiendo que once años, desde la perspectiva del tiempo existencial, es un lapso prolongado, siendo momento de volver a volcar mayor empeño en la labor docente, en la tarea doctrinaria y en la acción en las instituciones científicas internacionales”, manifiesta Zaffaroni en su carta de renuncia. Con ello, dejó en claro lo que viene indicando hace tiempo: su deseo de continuar con su actividad académica.

En ese sentido, el magistrado expresó que “es indispensable formar a muchos hombres y mujeres jóvenes, para que desde el atalaya de nuestra posición en el mundo, en este siglo crucial para toda la humanidad, sean capaces de continuar reflexionando y actuando el derecho mucho más y mejor que nosotros, en pos de la reducción de los niveles de desigualdad y violencia”. Zaffaroni desea continuar divulgando sus teorías sobre el derecho penal y la reducción del poder punitivo que viene desarrollando desde sus inicios.

En esa misma línea, indicó que “estamos asistiendo en nuestro país a una nueva Reforma Universitaria, que incluye a las clases trabajadoras y humildes, y el saber jurídico, no debe permanecer ajeno a este movimiento de revolución pacífica y silenciosa”.

“Estimo que la justicia – y el derecho en general- no profundizarán su democratización sin un cambio cultural que, ante todo, debe provenir de sus propias fuentes de producción académica”, agregó.

Más adelante, reiteró su tesitura de que su trabajo en el campo judicial tenía que concluir. “He pasado más de tres largas décadas de mi vida desempeñando funciones jurisdiccionales, que comenzaron hace cuarenta y cinco años, con un sexenio en la Provincia de San Luis, y continuaron luego en el Poder Judicial de la Nación”.

Zaffaroni, nacido el 7 de Enero de 1940 en Buenos Aires, se graduó como abogado en 1962, a los 22 años. A los 29 fue nombrado juez de la Cámara Segunda de la Segunda Circunscripción Judicial de la Provincia de San Luis para luego, en 1973, a los 33 años, ser designado Procurador General de Justicia de la Provincia de San Luis cargo en el que duró dos años. En 1975 inició su carrera en el Poder Judicial de la Nación, primero como Juez Nacional en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, entre los años 1975 y 1976, y luego como Juez Nacional en lo Criminal de Sentencia de la Capital Federal hasta 1984.

Posteriormente, transcurrió seis años siendo Juez de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, cargo en el que dictó sus fallos más polémicos, como Tiraboschi , en el que se lo acusó de resolver que no había violación con la luz apagada, Irigoyen, en el que interpretó que la sustracción de un auto estacionado en la vía pública no constituía el delito de robo automotor, sino que se trataba de una ‘apropiación indebida’, o “Sánchez” en el que calificó como robo simple el robo con un cuchillo, desechando de que se traté del delito agravado por el uso de armas.

A partir de allí, hubo un lapso de trece años hasta que volviera a la labor jurisdiccional, en esa etapa, continuó publicando sus obras sobre derecho penal y criminología, y tuvo un breve paso por la política, siendo interventor del INADI. En 2003, en el marco de la renovación de la Corte Suprema impulsada por el ex presidente Néstor Kirchner, Eugenio Raúl Zaffaroni fue nombrado ministro del Máximo Tribunal de la Nación, donde dictó varios fallos sobre su especialidad, el derecho penal, como “Arancibia Clavel”, sobre imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad, “Simón”, que permitió la reapertura de los juicios a los militares del último golpe, “Casal”, que dio pie a que la Cámara de Casación Penal sea la instancia revisora de todas las condenas, entre otros.

“No puedo ocultarle que en los últimos meses experimento la sensación de que mi tarea en este Poder está agotada, junto con la urgencia en volver a la actividad académica, tanto en el país como en la Patria Grande, en la esperanza que pueda ser de mejor utilidad para nuestros Pueblos, fuente única de la soberanía y, obviamente, de nuestros mandatos”, puntualizó en la carta dada a conocer este viernes.

Por último, manifestó una expresión de deseos en pos del bien “de todos los habitantes de nuestra Patria”, formulando “fervientes votos por la exitosa culminación de su mandato constitucional, como también por s felicidad y ventura personal y la de todos los suyos”. Y cerró su carta  agradeciendo a la presidente "la atención que se sirva dispensar a las presentes líneas y aprovecho la ocasión que ellas me brindan, para reiterarle las expresiones de mi más selecta consideración y estima".



matías werner
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